Michael Monroe, la última rock star.

En un mundo perfecto, Michael Monroe hubiera sido uno de los principales testaferros del rock glam metal de los 80 y habría amasado una fortuna en la industria de la música. Pero el mundo no es perfecto, y aunque mantiene el reconocimiento unánime de sus compañeros de profesión, está muy lejos de llenar pabellones. Monroe, como artista, es único en su especie, una rara avis que a sus 59 años mantiene íntegro el espíritu de los años dorados del Rock. Es, en definitiva, la última gran rock star. 

Hay un antes y un después de ver a Michael Monroe en concierto. O al menos para mí fue así. En todos estos años viendo música en directo, y son ya unos cuantos, el finlandés es el único al que he visto convertir una sala para 400 personas en un estadio para 40.000. Porque eso es exactamente lo que se siente en un concierto de Michael Monroe, que el espectáculo y la energía se hacen tan grandes que amplifican las emociones al máximo. Es verdad que siempre ha sabido rodearse en directo por músicos con su misma manera de sentir la música y la misma actitud, y así, el espectáculo que ofrecen en vivo es sencillamente imbatible. Nadie da más sobre un escenario, nadie es más frenético y nadie tiene un repertorio tan adrenalítico. Es uno de los frontman más explosivos del mundo y renueva su reinado cada noche. Un ejemplo para todo aquel que quiera subirse a un escenario.

Durante sus años en el negocio, ha establecido una estrecha amistad con muchos iconos de la música  incluyendo a Stiv Bators y Johnny Thunders, Steven Van Zandt, Deborah Harry, Axl Rose, Slash, Duff McKagan o Alice Cooper. Michael Monroe ha influenciado a las bandas más importantes de la década de los ochenta y cambió para siempre la estética de toda una generación. En “All Those Wasted Years”, la autobiografía autorizada de Hanoi Rocks, el guitarrista Chris Shiflett de Foo Fighters afirmó que “la escena de Hollywood cambió en una sola noche después de la gente vio las fotos de Hanoi Rocks. Al día siguiente todo el mundo estaba usando el mismo tipo de peinado, la ropa y el maquillaje de Monroe”. Precediendo a bandas como Mötley Crüe, Hanoi Rocks fue uno de los primeros grupos en adoptar el look glam que unos años más tarde se popularizaría en la escena angelina. Eso sí, a diferencia de su futura descendencia, las raíces de su música no estaban en el heavy metal sino en el punk y el garaje rock de The Stooges, New York Dolls y Dead Boys.

Monroe formó Hanoi Rocks en 1980 con su amigo Andy McCoy. Ambos eran conocidos como “The Muddy Twins”. Después de algunos ajustes, se pusieron en marcha con Andy McCoy y Nasty Suicide a la guitarra, el bajista Sam Yaffa y Nicholas “Razzle” Dingley en la batería, en la que podríamos llamar su formación clásica. Tras varios discos que sólo fueron editados en Europa, firmaron con Columbia Records en 1984. Todo parecía propicio para ganarse a la audiencia norteamericana y convertirse en una banda de éxito masivo, sobre todo después de la gran acogida que tuvo “Two Steps From The Move”, producido por Bob Ezrin. El título original del álbum era “Silver Missiles and Nightingales” y es uno de los mejores álbumes de glam rock de todos los tiempos. La popularidad de Michael Monroe y de su banda en Reino Unido era ya considerable, de hecho, los lectores de la revista Sounds eligieron a Monroe como “Sex Simbol del Año”. 

Pero un trágico accidente alteró el devenir de la historia. Durante su primera gira por EE.UU., que contaba los conciertos por sold outs, el cantante se fracturó un tobillo y tuvieron que posponer algunas fechas, por lo que se trasladaron a Los Ángeles para pasar el tiempo libre provocado por la lesión. Allí, el cantante de Mötley Crüe, Vince Neil los invitó a una fiesta en su casa. Monroe declinó la oferta y se quedó en el hotel mientras sus compañeros se divertían. Durante la juerga, Neil salió acompañado por Razzle Dingley a comprar más bebidas a pesar de estar borracho. En el trayecto sufrieron un fatídico accidente que terminó con la vida de Razzle. El cantante de Mötley Crüe, que salió ileso, fue detenido y condenado a 30 días de cárcel. A pesar de que Monroe y la banda intentaron continuar con otros baterías, la prometedora carrera de Hanoi Rocks terminó un año después.

Michael Monroe se mudó entonces a Nueva York e inició su carrera en solitario. En 1989, se publicó “Not Fakin’ It”, el segundo álbum como solista, que contó con colaboraciones Steven Van Zandt, Ian Hunter y Nasty Suicide, entre otros, incluido Axl Rose que apareció en el video de “Dead, Jail or Rock’n’Roll”. El disco fue un éxito de crítica y el sello de Guns N’Roses, UZI Suicide, se decidió a reeditar los álbumes de Hanoi Rocks en EEUU, la mayoría inéditos allí. Las grandes estrellas del momento querían tocar con él. Slash hizo apariciones estelares en los shows de Monroe en Los Ángeles, Steve Tyler, gran admirador del finés, le pidió que actuase con él en la fiesta de celebración del 75 aniversario de Les Paul en el Hard Rock Café de Nueva York y Guns’n’Roses contaron con él para colaborar en Use Your Ilusion I y The Spaghetti Incident?. Muchos asumieron entonces que por fin obtendría el éxito que merecía, pero una vez más no pudo ser.

En 1990 se decidió a formar una nueva banda, llamaba Jerusalem Slim, formada por el ex-guitarrista de Billy Idol, Steve Stevens, Sami Yaffa, Greg Ellis y Ian McLagan, con la que editó un único álbum homónimo. Michael Monroe ha declarado en varias ocasiones que jamás lo escucha porque es una mierda. “Steve Stevens quería trabajar conmigo y me insistió para formar el grupo. Él era técnicamente muy hábil y talentoso pero… bueno, yo toco desde el corazón y él desde la cartera. Además, el disco costó alrededor de 700.000$ y no dejaba de pensar: ‘Dios, ¿cuánto dinero más se quieren gastar antes de que se den cuenta que es un pedazo de mierda?’ Me hubiera gustado dar ese dinero a las personas sin hogar.” Una clausula en el contrato de Monroe le ataba a Polygram hasta que no recuperase el dinero invertido en él. Tardo casi un año de litigios y negociaciones en librarse ese compromiso “Bueno, eso significa que nunca voy a ver nada de dinero de “No Fakin’ It”, pero ¿y qué? Al menos fui liberado y tuve la oportunidad de hacer el álbum de Demolition 23 con Sami de la manera correcta. Todo salió mal con Jerusalem Slim, pero esto lo hicimos bien.”

Demolition 23, con Yaffa, Jimmy Clark, el ex guitarrista de Star Star, Jay Hening y Nasty Suicide como formación, comenzó siendo una banda de versiones que tocaba en los locales de Nueva York. En 1994 lanzaron su primer, y a la postre, único álbum, producido por Little Steven, que tuvo un enorme éxito en Japón y se convirtió en un disco de culto en Europa. Es sin duda uno de los discos de mi vida y uno de los mejores discos de punk rock de la Historia. A penas 37 minutos de pura adrenalina con los que Michael Monroe dio un nuevo golpe de autoridad. Pero por desgracia, el anuncio de la retirada del negocio de la música de Nasty Suicide unos meses después provocó la disolución la banda. 

Michael Monroe tuvo que superar la repentina muerte de su primera mujer, Jude Wilder, en 2001 debido a una hemorragia cerebral. A diferencia de otros miembros de Hanoi Rocks, Monroe nunca fue un consumidor de drogas excesivo o un gran bebedor, aunque reconoce que fue adicto durante un corto periodo de tiempo a la anfetamina y heroína en la década de 1980 mientras vivía en Londres y a la anfetamina de nuevo entre 2001 y 2002, debido a la depresión causada por el fallecimiento de su esposa. En 2002 Monroe vuelve a conectar con Andy McCoy con el que intenta resucitar a Hanoi Rocks y la maquinaria se pone de nuevo a funcionar. Seis años, tres álbumes y miles de fans felices después, la pareja decidió que habían encontrado definitivamente los límites musicales de Hanoi Rocks. 

Pero Michael Monroe aún tenía mucho que decir y en 2010 dio a conocer su nueva banda con Sami Yaffa en el bajo, el guitarrista de The Wildhearts, Ginger, Todd Youth de Danzig, Samhain en una segunda guitarra y Jimmy Clarke en la batería. Desde entonces la banda de Michael Monroe ha pasado por varias alineaciones (Yaffa, Steve Conte, Dregen, Karl Rockfist o Rich Jones) y ha editado cuatro magníficos discos, el primero de los cuales, “Sensory Overdrive” fue elegido mejor álbum del 2011 por la revista Classic Rock. Con ellos hemos recuperado al mejor Monroe y sus magníficos directos.

Mientras esperamos a que pase la pandemia para que Michael Monroe vuelva a dejarnos como si nos hubiera pasado un tren por encima tras uno de sus bolos, me quedo con lo que dijo cuando se publicó en 2012 su única biografía autorizada (sólo fue editada en Finlandia, donde Monroe es toda una institución): “No es necesario ser un idiota para ser un cantante de rock. Actitud punk, buenos músicos y buenas canciones. Las canciones son más importantes que cualquier otra cosa, porque hay un montón de bandas que dicen que están influenciadas por Hanoi y… bueno, hay algunos que lo hacen bien pero otros manejan mejor sus botes de laca que sus instrumentos. Su idea del Rock es la fiesta, las chicas y el alcohol y toda esa mierda antes que tocar. Pero para nosotros la música siempre fue lo primero. Eso y tocar en directo. No hay nada mejor”. 

Ya no quedan músicos como él. Quienes han trabajo con él aquí en España aseguran que no hay ninguna impostura en la imagen que proyecta Michael Monroe. La energía infatigable que desprende su música le acompaña allá donde va y mantiene la actitud de estrella del rock en cada aspecto de su vida cotidiana, por banal que sea éste. Y eso es lo que le hace diferente, la seguridad absoluta de ser una rock star, un estatus que va más allá del éxito, la fama o el dinero. Lo eres o no lo eres. Si el Rock tiene un dios, su nombre es Michael Monroe, y todos los amantes del género debemos rendirle la merecida pleitesía. 

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